viernes, 28 de febrero de 2014

Del Sujeto al Theorós Cinematográfico

La era moderna (y el mundo contemporáneo), que comienza con la “decadencia” medieval y el movimiento renacentista europeo, no puede entenderse sino a partir de 3 invenciones.

Una de ellas es cultural, la invención de la imprenta:


Otra de ellas es estética, la invención de la perspectiva:


La otra es de carácter filosófico-científico, la invención del Yo, del Sujeto:


Además de los cambios económico-políticos que culminarán por un lado en la Revolución Francesa y por el otro, en la Revolución Industrial de corte capitalista; las tres invenciones mencionadas moldearán la "subjetividad" del hombre y la mujer modernos; este modelaje irá acentuándose paulatinamente desde el siglo XVI hasta bien entrado el siglo XX.
Cuando hablo de "subjetividad", me refiero principalmente a la forma en que los individuos y los grupos humanos perciben y conciben el mundo, la vida, lo que denominamos la realidad.

Sabemos gracias a pensadores tan diversos como Nietzsche, Donald Lowe, McLuhan, Sartori, Debray, entre otros; que la imprenta va imponiendo una cultura que irá estructurando el cerebro según una lógica alfabética y gramatical, que privilegia el sentido de la vista en detrimento del oído y el resto de los órganos perceptivos. Neurofisiológicamente, el lóbulo izquierdo del cerebro se irá desarrollando a costa de la del lóbulo cerebral derecho, dictando con esto una lógica diacrónica, cronológica, lineal y secuencial. 


La perspectiva; causa y efecto de este mismo movimiento, logra estructurar el mundo (la res o sustancia extensa) en un espacio geometrizado, susceptible de ser detenido en el tiempo y por tanto medible, calculable y cuantificable.


Todo está listo para la irrupción de René Descartes en el escenario filosófico-científico. Descartes inventa el ego cogito ergo sum (Yo pienso, por lo tanto, existo). 
¿Quién piensa? Yo pienso. ¿Y quién es ese Yo que piensa? Es una sustancia que para ser no necesita espacio, lugar, materia. Es pues, una especie de alma platónica arrojada en un mundo material. Si el alma judeo-cristiana vagaba en este mundo como en un “valle de lágrimas”; el Yo, la sustancia pensante, el Sujeto; vaga perdido en este mundo como en el “valle de la ignorancia”.
¿Qué piensa entonces este Yo? Piensa los objetos, la sustancia extensa; el mundo material que se puede medir, calcular, cuantificar… y desde luego vender. Si el Yo es el Sujeto; el mundo, lo mundano es el Objeto. El Sujeto se instala como si estuviera afuera del mundo, precisamente como en un cuadro pictórico renacentista. Esa distancia es lo que lleva al moderno a hablar de: Objetividad.

Con lo anterior, los ideales de la Modernidad están cimentados, no falta sino construir hacia adelante y hacia arriba los rascacielos del mundo occidental, cual Torres Gemelas que parecerán invencibles a los ojos de propios y extraños.

Sin embargo, fueron los maestros de la duda, quienes a finales del siglo XIX, comenzaron a desmontar la ilusión moderna occidental. Marx nos hizo ver nuestro condicionamiento histórico material; Freud descubrió que debajo del Yo, de la punta del iceberg, está lo subconsciente e inconsciente, pulsiones que impactan en cada uno de nuestros actos y decisiones. 


Nietzsche problematiza los asuntos relacionados con la gramática y el lenguaje y re-descubre la Voluntad de Poder y el Eterno Retorno, en medio de una civilización y una cultura que cree dirigirse a un futuro coronado por el Progreso; Progreso que pronto se estrellará con dos Guerras Mundiales.
Nietzsche muere en el año 1900, justo cuando Freud publica su “Interpretación de los sueños”. La era electrónica ya está en movimiento y el Cine, como sabemos, ya lleva al menos 5 años haciendo de las suyas.

También sabemos que los hermanos Lumiere, inventores del cinematógrafo, eran fabricantes de artículos fotográficos. Como buenos burgueses europeos, habían crecido en los ideales intelectuales de la Ilustración; es decir, eran personas cultas, letradas; diremos, alfabetizadas. Por otro lado, como fotógrafos, conocían y dominaban los principios estéticos renacentistas; eso explica que sus películas estuvieran confeccionadas según las reglas de composición clásicas y en especial, configuradas según la imagen tridimensional del mundo y del espacio, posibilitado ésto por el uso de la perspectiva. Siguiendo la tradición de pintores y fotógrafos, las VISTAS Lumiere, trasladaban al nuevo medio cinematográfico los ideales del Yo, del Sujeto, que se instala como en ese afuera del espacio y del mundo; afuera que le permite plantear un Punto de Vista y acceder a la Objetividad.   


Sin embargo, la imagen cinética y cinestésica del cine (¡vaya juego de palabras!), en su búsqueda de la imitación (mímesis) del movimiento, va a atentar bien pronto contra la Objetividad y la neutralidad de la representación moderna del mundo. Los objetos en movimiento dentro del cuadro, sin todavía siquiera mover la cámara, se irán a estrellar contra la Cuarta Pared, como puede apreciarse en la ya clásica "Llegada del tren a la estación Ciotat", provocando la alarma de los espectadores, quienes asustados, cuentan que se levantaban de sus asientos para evitar ser arrollados por la locomotora: 
https://www.youtube.com/watch?v=tz_l8JDYXmc.
O bien, cuando los espectadores descargaban sus revólveres contra el techo, ante el desafío de Bronco Billy en la toma final de "Asalto y robo a un tren" de Edwin S. Porter:
https://www.youtube.com/watch?v=6t0Rk5L37WE

La tapa roja sería esta pared imaginaria que nos separa del mundo-escenario.
Estos hechos que para el espectador de cine actual pueden parecer pueriles, son en realidad de la mayor importancia, puesto que, como dijimos, atentan contra ese ideal del mundo objetivo, de la observación neutral y distante; toda vez que gracias al movimiento, de pronto, los objetos del mundo se nos vienen literalmente encima; esa invisible Cuarta Pared, que nos mantenía en tanto espectadores como en un afuera del escenario, ha sido derribada. El Yo, el Sujeto, que se presumía como sustancia inmaterial, atemporal e incorpórea, como en un Afuera del mundo, se ve de pronto inmerso y amenazado por las cosas.

Si a esto le agregamos la duración temporal de las tomas, resulta que de pronto la imagen cinematográfica nos devuelve no solo el mundo junto con nuestra corporeidad mundana, sino también nuestro ser temporal y por ende histórico. Sin proponérselo, y la mayor de las veces sin tomar conciencia de ello, los cineastas le dan la razón a Marx y a Freud; el cine pone en entredicho el fundamento filosófico de la modernidad científica. El Yo, el Sujeto, el Objeto y la Objetividad buscada, no son sino, como bien dice Nietzsche, una invención conveniente a nuestra Voluntad de Poder, lo que no quita que sean pura y dura Ciencia Ficción. Funcionan sí, si no funcionaran incluso el dispositivo cinematográfico no sería posible. Sin embargo, la imagen cinematográfica delata la visión del mundo reduccionista del Yo, del Sujeto. El mundo, la realidad es mucho mas de lo que los Sujetos pueden observar y decir de ésta.
Es así como el afuera del mundo-escenario, se convierte poco a poco en un adentro del mundo-escenario. Junto con Heidegger podemos ahora decir: somos-en-el-mundo y por ende; somos-en-el-tiempo. 
Pero aún hay más, pues en la medida en que los cineastas dejan el tripíé y la cámara fija y se aventuran cruzando la Cuarta Pared; ahora no es el mundo el que se viene encima, sino somos nosotros quienes, por artilugio de la cámara, entramos en el mundo-escenario. Así podemos ver desayunando a Charlie Kane y a su esposa, para luego con un suave travelling/dolly llegar hasta sus rostros (primer plano-close up); estamos de pronto inmersos en su íntima conversación, en sus pensamientos y sufrimientos... al final, nos salimos de su espacio sigilosamente, con el movimiento inverso al del inicio de la secuencia:

Hemos transgredido la perspectiva y en esa misma proporción hemos recuperado el mundo; "el Sujeto que interroga debe ser considerado como perteneciente a la cosa sobre la que interroga...":
https://www.facebook.com/photo.php?v=790671067627130&set=vb.100000527310668&type=2&theater

"...Porque primero pertenecemos participativamente a un mundo, podemos luego preguntarnos por su sentido... El ser en el mundo precede a la reflexión. Esta pertenencia ontológica yo-mundo es anterior y previa a la constitución del Yo como Sujeto enfrentado con un mundo de objetos. Es tal pertenencia al mundo, lo que hace posible un segundo movimiento: la posibilidad de una distancia entre el Yo y el Objeto" (1).

Dice George Gadamer en su Verdad y Método: "Theorós es quien participa en el acto lúdico festivo por su presencia...". Theorós es, originalmente, el participante en las fiestas en honor al dios Dionisos-Baco:


Tiempo después, el teatro griego transforma los rituales dionisiacos; entonces Theorós deviene en un participante-observador ante  una puesta en escena. Aquí está el primer antecedente de la perspectiva, del punto de vista y de la cuarta pared:


Luego, Platón quema sus obras de teatro y denuncia a éste como un espectáculo para esclavos, prisioneros atados y engañados por sus sentidos que miran sombras; encerrados en la caverna del tiempo, del cuerpo y del mundo. Solo el filósofo, alma inteligente, que logra desprenderse del cuerpo, podrá acceder a las Ideas y a la Verdad, tan distantes del mundo como de nuestros sentidos:


La imagen del Theorós, se transformó desde entonces para la cultura occidental, en la imagen del teórico, del filósofo meta-físico; científico que observa el mundo y la realidad abstraído de ésta, como si estuviera en un afuera; literalmente en un más allá de la física (meta-física), del cuerpo, del tiempo y del mundo; Res Cogitans, Sujeto cartesiano, Yo pensante:



Sin embargo, dice Gadamer: "Theoría es verdadera participación, mas que hacer, padecer (pathos), un sentirse arrastrado y poseído por la contemplación".

"Dadme pues un cuerpo: esta es la fórmula de la inversión filosófico metafísica.  Ya no haremos comparecer la vida ante las categorías del pensamiento, arrojaremos el pensamiento en las categorías de la vida. Las categorías de la vida son, precisamente, las actitudes del cuerpo, sus posturas..." (2)
https://www.youtube.com/watch?v=8CtCVx8jlgc

"...Ni siquiera sabemos lo que puede un cuerpo: dormido, ebrio, esforzándose y resistiéndose. Pensar es aprender lo que puede un cuerpo no pensante, su capacidad, sus actitudes y posturas. Es por el cuerpo que el cine contrae sus nupcias con el espíritu, con el pensamiento. Dadnos pues un cuerpo es, primeramente, montar la cámara sobre un cuerpo cotidiano. El cuerpo nunca está en presente, contiene el antes y el después, la fatiga y la espera..." (2)
https://www.youtube.com/watch?v=6ND1Hxft7EY

Nietzsche tenía razón con su Eterno Retorno, estamos de regreso; haciendo el movimiento inverso al que realizaron los griegos antiguos. Como hombres y mujeres modernos, partimos de la Cultura Tipográfica (grafósfera), de la Perspectiva, de la Cuarta Pared, del Sujeto; pero gracias al Cine, hemos recuperado el Cuerpo. Por virtud de la imagen cinematográfica participamos del Tiempo-Mundo, como lo hicieron aquellos entusiastas seguidores de Dionisos-Baco; y al mismo tiempo, podemos acelerar y alentar la imagen, incluso detenerla, congelarla; tomar distancia. Nuestro Punto de Ser, nuestro Ser-en -el mundo, nos da la posibilidad de establecer un Punto de Vista, una Perspectiva, cierta Objetividad, si así lo queremos; pero no al revés: Existo, luego pienso.

"Desde el momento en que los límites tradicionales que separaban el Yo del medio ambiente comienzan a disiparse, comienza a circular un flujo dentro y fuera del cuerpo. Cuando comenzamos a "inyectarnos" electricidad, podemos concebir las nociones "dentro/fuera" como hacían los griegos, que creían estar "aspirando" sus pensamientos y percepciones. Esta tendencia apoya la idea de que el propio medio ambiente es aspirado, convirtiéndose en un objeto de percepción... Siguiendo con esta metáfora, surge una imagen del ser humano aspirando información compleja y espirando material transformado" (3). 

Estamos Dentro/Fuera; viéndonos, escuchándonos, tocándonos, observándonos actuar desde una vista satelital de google map; heredera legítima de las vistas Lumiere:

https://maps.google.com.mx/

A mayor participación, mayor observación; a mayor observación, mayor participación. La fórmula clásica que decía que para ver había que dejar de participar en el mundo, se ha invertido.
Ya no pienso, luego existo sino: existo, luego pienso.

Hemos trascendido al Sujeto, a la imprenta, a la Perspectiva, a la Cuarta Pared; estamos de ida y vuelta, ahora somos participantes/observadores, somos Theorós, Theorós Cinematográficos.



Antonio Jiménez Ramírez
Querétaro, México.
Febrero de 2014. 


  
BIBLIOGRAFÍA:
(1)  Presentación de Tiempo y Narración Paul Ricoeur por Manuel Maceiras. Ed. Siglo XXI.
(2) Cine, cuerpo y cerebro. Estudios sobre cine. La imagen tiempo. Gilles Deleuze. Ed. Paidós Comunicación.
(3)  La piel de la cultura. Investigando la realidad electrónica. Derrick de Kerkhove. Ed, Gedisa 

 FILMOGRAFÍA:
La llegada del tren a la estación. de Lumiere
Asalto y robo a un tren de Edwin Porter.
Ciudadano Kane de Orson Welles.
Subjetiva de motocicleta de Eduardo Jiménez.
Las alas del deseo de Win Wenders.

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