Padecíamos
en México los estragos de la farsa y de la falsa alarma de la influenza
porcina, otro de los malos chistes del ahora pupilo en Harvard, Felipe
Calderón; mientras tanto, en Honduras se deponía a un presidente legal y
legítimo, con el beneplácito del decadente Imperio. Ese era parte del contexto,
cuando en la tarde del 16 de julio de 2009, los organizadores del proyecto
artístico y colectivo TIANQUIZTLI, llamaron por teléfono a mi celular para
solicitarme de última hora, registrara en vídeo la exposición del mismo nombre,
cuya inauguración sería ni más ni menos el día siguiente. No quise decir que
no, así que 24 horas después, me vi adentro de la Galería Libertad
(Querétaro-México), grabando lo que suponía iba a ser parte de la memoria del
proyecto.
El
asunto es que hacia el final de la primera "representación" y por
falta de previsión, mía y del artista, quedó sin grabarse el clímax de su obra.
Falta de planeación, sin duda... Por lo pronto continué grabando el resto de
las obras y representaciones, con la espina enterrada de aquella omisión.
Horas después, en la soledad de mi estudio, buscaba en mi cabeza
la forma de sustituir la frustrada imagen climática, cuando de pronto se me
vino la idea de asociar la imagen inexistente con un símbolo del capitalismo
mundial: las Torres Gemelas. El vídeo devino entonces una crítica ácida y
metafórica al mercado-capitalista neoliberal, y a su brazo duro: el complejo
industrial-militar transnacional. Una crítica a su vez, al azote de nuestro
siglo: "la guerra contra el terror", es decir: al terror de estado.
De
cualquier forma, el vídeo no se alejaba demasiado del espíritu del proyecto,
así que pasó a convertirse en parte del mismo.
Comencé
siendo observador y terminé siendo otro de los participantes.
Antonio
Jiménez
16/04/2013